El término “carnismo” da la idea de que solo el consumo de carne, o en el caso más optimista, el consumo de “productos” de origen animal, es lo que debemos rechazar y esto no es cierto
El término “carnismo” fue acuñado en 2001 por la psicóloga social Melanie Joy para referirse a la normalización que existe del consumo de “productos” de origen animal, sin embargo, este término no se popularizó sino hasta 2009 con la publicación de su libro “Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas”. Para Melanie Joy, el carnismo es una ideología que se sostiene mediante mecanismos psicológicos que niegan, distorsionan y justifican el consumo de “productos” de origen animal, entre estos, la disonancia cognitiva y la desconexión emocional①.
Si bien hay algo de cierto en su argumentación, en cuanto a los mecanismos psicológicos que tenemos los seres humanos para intentar justificar y defender las injusticias que estamos cometiendo contra los demás animales, el término carnismo no es apropiado, de hecho es sumamente inconveniente e incorrecto.
El problema del término “carnismo” es que da la idea de que solo el consumo de carne, o en el caso más optimista, el consumo de “productos” de origen animal, es lo que debemos rechazar y esto no es cierto. La explotación animal se extiende mucho más allá de la explotación de animales para el consumo humano y está no es más injusta o urgente que las demás. El veganismo no se trata de rechazar el consumo de animales, sino de rechazar todo uso o explotación de los demás animales, dentro de lo que obviamente está ese consumo pero sin limitarse a ello.
De hecho la explotación animal es terroríficamente amplia desde la experimentación, uso de animales para transporte, entretenimiento, guerras, cacería, cría, deporte, terapias, etc.
Al usar el término carnismo inmediatamente se da a entender como si el veganismo se tratara de una preferencia alimenticia y no de un deber ético hacia los todos demás animales. Y aunque alguien podría pensar que esto es un tema de menor preocupación, la realidad es que si no entendemos el veganismo como una postura ética y se hace un buen activismo, estaríamos sumando a la desinformación y banalización del mismo, lo cuál terminaría afectando a las víctimas: los demás animales.
Es sumamente importante ser responsables, críticos y precisos con el activismo que hacemos por otros, y sin duda alguna más, sabiendo que esos “otros” son animales que ni siquiera tienen posibilidad de exigir respeto para sí mismos. La recomendación es muy simple, optar por usar términos como “no vegano” para referirnos al contrario de “vegano”, en lugar de usar términos como “carnismo”, “carnaca”, “come cadáveres” u otros que incluso tienen una connotación e intenciones que desvían el mensaje que damos.
① Joy, M. (2011). Strategic Action for Animals: A Handbook on Strategic Movement Building, Organizing, and Activism for Animal Liberation. Lantern Books.