“Los demás animales merecen respeto, no lástima o cualquiera de sus derivados antropocéntricos. Los humanos no estamos concediéndoles o regalándoles nada. El hecho de dejarlos vivir en paz no es un obsequio de nuestra parte; sino un deber moral.”
Respeto (del latín respectus) significa «miramiento», «atención» o «consideración» hacia algo o alguien. Etimológicamente se refiere a la veneración o el acatamiento que se tiene a alguien. En un sentido ético, el respeto es el reconocimiento del valor inherente o intrínseco de los individuos, no a sus acciones o creencias.
Con frecuencia, en lugar de promover el respeto que merecen los animales, muchos defensores de los animales y organizaciones animalistas usan y promocionan otros términos vacíos, irrelevantes y sentimentalistas que en la práctica resultan inútiles. Entre estos, encontramos la compasión y el muy malinterpretado amor.
La compasión, en sí misma, no es un razonamiento sino un proceso emocional, que debido a su trasfondo parcial y subjetivo, resulta inservible para hablar de veganismo. Por tanto sería adecuado optar por utilizar la palabra empatía.
Sucede algo similar con el amor, un tema tan abstracto y complejo, considerado por la mayor parte de la población como un conjunto de comportamientos, actitudes y hasta sentimientos que resultan desinteresados e incondicionales, y que se manifiestan entre seres que tienen la capacidad de desarrollar inteligencia emocional; Resultaría pues, una imprecisión enunciar esta palabra para exponer una postura ética.
Los demás animales merecen respeto, no lástima o cualquiera de sus derivados antropocéntricos. Los humanos no estamos concediéndoles o regalándoles nada. El hecho de dejarlos vivir en paz no es un “obsequio” de nuestra parte; sino un deber moral.
Parte de fomentar justicia y respeto por los demás animales implica bajarnos de ese pedestal psicosocial en el hemos estado inmersos toda la vida para hacer a un lado nuestros prejuicios hacia otros e incluso de los que nos hemos “autoinculcado”.
