2. APLICANDO EL VEGANISMO

2. APLICANDO EL VEGANISMO

2. APLICANDO EL VEGANISMO

2. APLICANDO EL VEGANISMO

Teniendo claro qué es el veganismo, y cuál es su diferencia con otros términos que de forma errónea, se han relacionado con este, es importante saber cómo aplicarlo e identificar las formas de explotación animal para no apoyarlas.

¿Dónde hay explotación animal?


La explotación animal es todo uso que le damos a los animales no humanos, sea con o sin fines lucrativos, y sin importar las condiciones en las que se realiza dicha explotación animal, pues no depende de lo crueles que sean las prácticas usadas, sino del hecho de usar a otro animal.

No hay necesidad de que un acto sea cruel, para que se considere dicho acto como injusto, esto lo podemos plasmar en las relaciones humanas, y entendemos que no por garantizar todas las necesidades de una persona, eso nos permite esclavizarla o someterla a nuestra voluntad. Como veganos no buscamos solo que se termine con las prácticas crueles de la explotación animal, sino que todo uso que le damos a los demás animales se acabe. Pues la raíz del problema está en considerar que ellos son propiedades nuestras o que están en este mundo para sernos útiles de alguna forma.

Como veganos no consumimos ni apoyamos, “productos”, actos o “servicios”, que se deriven de cualquier forma de explotación animal, entre esos mencionamos unos de los más comunes:

  • El consumo del cuerpo o partes de los demás animales como “carnes”, “pollo”, “pescado”, “mariscos”, o derivados de estos como la gelatina, el colágeno, entre otros.
  • El consumo de productos derivados de los demás animales como leche, huevos, miel, quesos, yogures, mantequilla, ghee, entre otros.
  • El uso de pieles o tejidos de origen animal, sean para uso decorativo o como vestimenta, como cuero, seda, lana, pieles, cachemira, entre otros.
  • La asistencia a espectáculos o lugares que usen animales, como circos, parques temáticos, zoológicos, entre otros. Los animales no están aquí para entretenernos de alguna forma, incluso muchos de ellos terminan padeciendo de enfermedades psicológicas como la zoocosis, derivadas de ser sacados de su hábitat y por las condiciones que puedan haber en el encierro.
  • El uso de cualquier animal como medios de transporte o carga, sea con fines deportivos, “terapéuticos”, educativos o cualquier otro fin, ya que los animales son forzados a hacerlo, irrespetando su autonomía y libertad, como sucedería con cualquier ser humano usado de la misma manera.
  • El consumo de productos o componentes que han sido experimentados en animales no humanos, ya que por más que pueda haber un beneficio significativo para la especie humana, es un irrespeto contra la vida, libertad y/o bienestar de un animal. Un acto injusto como sería igual para cualquier ser humano con el que se experimente contra su voluntad.
  • La compra de animales sea como "mascotas" o para cualquier otro fin. Los animales no se compran o venden ya que no son propiedades, ni nosotros somos sus dueños. Es injusto considerar a los animales como mascotas o simplemente animales destinados a la compañía de un ser humano, y desecharlos o abandonarlos cuando deje de ser conveniente o cómodo para nosotros. Ellos no deben tener un status de propiedad o inferioridad a los seres humanos, lo que si es justo, es considerarlos parte de nuestra familia, adoptarlos y cuidarlos durante todas sus vidas. Esto aplica para los animales que ya han sido domesticados y requieren nuestro cuidado, no para fauna silvestre, animales exóticos o sin domesticar.

Ningún animal puede darnos su consentimiento para ser usado, y por tanto cualquier uso de un animal, implica un acto injusto contra este.

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Pero, ¿Hay una forma "respetuosa" de explotar a los demás animales?


¿Cómo podríamos darle un trato “humanitario” a un animal al que estamos esclavizando o quitándole su vida?.

Cambiar las condiciones en las que se explota a los animales, no cambia el hecho de que estamos cometiendo un acto injusto con ellos, pues ninguno merece o tiene interés en ser usado o asesinado. Ni tampoco cambia la idea de que ellos son propiedades o recursos para ser usados a nuestra conveniencia.

Etiquetas como “carne producida humanamente”, “Huevos de gallinas libres de jaulas”, “gallinas felices”, "pesca responsable", "leche orgánica" y otras, intentan convencernos de que existen formas aceptables de someter a los animales a nuestra voluntad, usar sus vidas y arrebatarlas a nuestro antojo.

Por ejemplo, existen injusticias humanas que no necesariamente implican “sufrimiento”, y no por esto no dejan de ser actos que bajo ninguna circunstancia justificaríamos, como el trabajo forzado o un asesinato “sin dolor”. Pero cuando se trata de los demás animales parecemos ser permisivos, e incluso en nombre de ellos, justificamos los cambios en la forma de explotarlos como avances por “su bien”.

Incluso si acabáramos hoy con las prácticas más “crueles” y violentas de la explotación animal, y se cambiaran por métodos que brinden bienestar mientras se explota a los animales, la explotación continuaría. El problema no habría acabado, sino que se habría reafirmado la idea de que esos animales deben servirnos de alguna manera, sin que cambie en nada su destino y el de futuras generaciones de animales no humanos.

Citando al blog de Filosofía Vegana: “La reducción del sufrimiento de unos individuos no justifica la violación de sus derechos”.

Es fundamental que trabajemos en la raíz de la explotación animal, que nos eduquemos y difundamos un mensaje de respeto hacia todos y cada uno de los animales no humanos.